Hey, do you hygge?
¿Por qué no escribí antes? Quisiera tenerles una respuesta poética digna de una secuela de Eat, pray, love, o quizá decirle que es culpa del yeso, pero la realidad es otra: sencillamente estaba muy cansada. Who feel me?
Estoy consiente de que nosotras todo lo podemos, pero también estoy consiente de que es necesario tomarse un break. Me hice a mí misma prioridad, necesitaba recargarme para poder recargar a otros.
Entonces, en la búsqueda por acelerar ese proceso de recarga, pues como toda millennial quiero todo aquí y ahora, empecé a investigar sobre libros, mantras, versículos dela Biblia, meditaciones más profundas. En esas investigaciones, resulta que me “topé” con la noticia que ya había leído hace unos años, Dinamarca encabeza el ranking del país más feliz del mundo junto con Finlandia. Lo ha sido por muchos años. Claro, tiene que ver con que es un país con buenos sueldos, sistema de salud y educación pública eficiente, bajos índices de desigualdad y poca corrupción, entre muchos otros factores. Sin embargo, también mantienen un estilo de vida que los mantiene felices cuando las cosas no van bien. Y entonces, como la famosa escena del filme When Harry Met Sally, me dije: “I want what they are having!”.
Yo me la tomé tan en serio que me desconecté por unas semanas, por supueso, en la medida de lo posible. Y cuando les digo “en la medida de lo posible”, me refiero a que hubo compromisos con los debía cumplir porque nacimos bonitas y talentosas pero no ricas. Y bueno, como probando es que se sabe, antes de yo venir aquí y hablarles de lo que he investigado sobre el tema, pues quería hablarles desde mi vivencia.
Descubrí una palabra chulísima: Hygge (se pronuncia jiuga) . Es danesa y su traducción literal a otro idioma no existe. Podemos decir que la palabra se refiere a cuando algo es “acogedor”, “cálido”, “confortable”.
Si algo extraño de mis días en Transylvania es su forma “fácil” y “despacio” de llevar la vida. Nosotros andamos a 150 km por hora y ellos han decidido ir a 60, no porque no puedan correr más, sino porque así no malgastan su “gasolina”, sus reservas de energía.
Aquí en Occidente nos quejamos de llevar una vida ajetreada. Nosotras somos las culpables. Y en mi caso particular, me he dado cuenta que cuando me estreso puedo incluso llegar a ofender a mis seres queridos; eso nos aleja de la felicidad.
Así que me puse hygge a la obra. Esto fue lo aprendí para mejorar nuestros niveles de felicidad. Busca lápiz y papel, imprímelo, lo que desees, porque de verdad funciona.
1. Conciencia plena
De acuerdo al libro Hygge: el secreto danés de la felicidad. Cómo disfrutar de una vida cotidiana, este es el gran principio de dicho estilo de vida, es decir, prestar atención al momento. “Estar completamente comprometido con la actividad que se forma parte”. Dígase, cero distracciones. Si por ejemplo, usted está escuchando el podcast, intente no ocuparse también de atender el whatsapp. Si usted se está bebiendo una taza de café y está conversando con su pareja, no se ponga a pensar en qué es lo que va a cenar ese día, y bueno, así. El hygge te obliga a poner todo lo demás en pausa (incluyendo el pasado y el futuro), y disfrutar algo tan simple como el aroma de café antes de tomar el primer sorbo.
Esta puede ser la tarea más difícil de todas, porque cuando la mente está muy activa suele divagar y desviarse del objetivo, haciendo necesario que de inmediato intentemos traerla al presente. Toma tiempo pero es posible lograrlo.
2. Ayúdate en casa
Uno de los principios del Hygge es que lo que te rodea esté también en armonía. Entonces, la decoración es sumamente importante.
Todo lo que tengas en casa debe indicar confort. Yo, por ejemplo, soy feliz con mis almohadas. Suelo dormir con tres y un súper duvet. Además, mi habitación debe parecer casi un spa. Kudos a Karina Fabián por ayudarme con toda la parte de decor.
Únete al hygge incluyendo plantas, flores, pon velas (uno de los elementos it de esta filosofía). En fin, saca la Marie Kondo que hay en ti y mantén todo organizado. Si puedes, opta por el minimalismo. Míralo así, mientras menos cosas tengas, menos “reguero” habrá. ¿Resultado? Más tiempo para ti y los tuyos. Y además, tendrás mejor estado de ánimo.
3. No vivas para trabajar
OK. Trabajamos porque obvio necesitamos el dinero, porque de la pasión no se vive. De hecho, seguro que cuando piensas en trabajo, por más que te guste, también puedes pensar en estrés. Es normal. Y si decidimos emprender, ¡uff!, eso es otra cosa, pues prácticamente nos volvemos adictos al trabajo. Es decir, aunque lo necesitemos no debe ser nuestra gran prioridad. Si es necesario, lleva un poco de la atmósfera hygge a la oficina. Ejemplos: difusor de aroma, una fotografía que te conecte con un momento de felicidad. Si tu trabajo tiene fechas de entrega, disminuye la urgencia delegando en personas de tu equipo.
Por último, no te olvides de encontrar el equilibrio entre tu vida personal y la laboral.
4. Asume el placer
Comodidad y estar relax es igual a placer. No cabe duda. Entonces, date el permiso de vivir el placer al máximo. Eso también incluye las dietas. Hay momentos en los que usted debe decir, fuck it and let’s enjoy. La idea es dejarse llevar. Un buen momento para practicar esto fuera de sus vacaciones es la Navidad. Recuerda, a veces, hay que simplemente dejarse llevar.
5. Agradece para cultivar el positivismo
Ser agradecido es lo mejor que puedes hacer par ver lo bonito de la vida cuando ésta se ponga difícil. Es decir, si por ejemplo fuiste a sacar dinero del cajero y no te lo dio, y tendrás que esperar varios días a que el banco resuelva. Believe me, i know that feeling. Sobre todo, si necesitas el dinero con carácter de urgencia. En vez de explotar contra el cajero o el oficial que te atenderá si llamas o vas a la entidad bancaria, agradece que eventualmente tendrás el dinero. I know it sounds so easy to say, pero qué ganas con enojarte si al final no cambiarás nada.
Otra manera es dar gracias por algo cada vez que te levantes o al finalizar el día.
Se dice mucho que se necesitan 21 días para crear un hábito. La respuesta de acuerdo a un nuevo estudio publicado en un artículo de Psychology Today es que no. Se necesitan al menos 66, es decir, un poco más de dos meses. Lo que entendí es que entonces dejar de preferir pizza cuando debes preferir brócoli es más difícil de lo que se nos ha planteado. Sin embargo, pasito a pasito, podemos ir logrando las cosas.
Aquí te enlisto algunas acciones hygge que te ayudarán a ir creando el hábito. Puedes elegir una al mes o una al día, algo así como tu cariñito diario, como las cajitas motivacionales.
1. No tomar el celular inmediatamente te despiertes.
2. No sacar el celular cuando almuerzas o cenas con tus seres queridos.
3. Dar un paseo en el parque.
4. Organiza una velada relaja en casa.
5. Disfruta una rica bebida caliente tu solita.
6. Duerme.
7. Di “no” cuando sientas que es necesario.
8. Organiza tu esquema de trabajo y abstente a él.
9. Camina descalza por la playa.
10. Lee un libro corto.
11. Escucha un podcast with no drama.
12. Crea conciencia de que estás viviendo un momento de bienestar.
13. Ten plantas o un área verde en casa.
14. Quédate un día completo en pijama.
15. Inicia un diario de gratitud.
16. Come en la cama. Es uno de mis grandes placeres. Ya sé por qué.
17. Mira el atardecer.
18. Programa una mañana de besos y abrazos en familia, en la cama. También se vale que sea sólo con la pareja.
19. Cómprate una agenda divertida, con stickers, mensajes, con chulerías.
20. Duerme cómoda.
21. Convierte tu hogar o al menos tu habitación, en un refugio.
La idea es que diariamente hagas algo que te haga sentir bien, cosas buenas para el alma. El hygge es un estilo de vida con miras a lo minimal y el confort, y busca, ante todo, alejarse de las pretensiones.