Lo que no me gustó de La Mujer Maravilla

Debo ser una de las pocas mujeres en el mundo que diga que algo no le gustó de La Mujer Maravilla. Pues bien, no soy amante del cine, es decir, sí me encanta ver películas, pero en la comodidad de mi hogar, donde puedo dar play y pausa, estar en pijamas y comer mientras la veo en mi cama. Eso me encanta. Así que muy pocas veces me escucharán decir, “Vamos al cine”. Pero obvio, ésta tenía que verla.

Como no soy de comenzar a hablar de lo negativo primero, empezaré por lo que sí me gustó: las visuales, las escenas de pelea, los peinados, los trajes, y por Dios, ¡la piel de la protagonista! Cuando le hacían close-ups sólo podía pensar en qué crema ella estaría usando, jajajaja. ¿Alguien más lo notó?

Pero bueno, la vida no es color de rosa y las grandes películas tampoco. La verdad no iba con la expectativa de escribir algo negativo sobre ella, todo lo contrario. De hecho, ya hasta tenía preparado cómo titularía el blog post: “Lecciones de vida de La Mujer Maravilla que todas debíamos seguir”. Y vaya qué lección me dio: Jamás hacerse una idea de algo o alguien sólo por lo que hayan dicho los demás. Sin más, aquí los “No” (contenido no apto para los que aún no han visto la película).

1.    Soy fiel defensora de la mujer, creo que eso no hay que discutirlo. Pero también de los hombres. Es decir, soy defensora de la igualdad, de eso se trata el nuevo feminismo. Pero para que haya igualdad, debemos convivir juntos y no creer que el otro es malo simplemente por su género. No todos los hombres son iguales, ni todas las mujeres tampoco. Las Amazonas, de acuerdo a la mitología griega, viven retiradas de la civilización masculina y de hecho, se enfrentaban a ellos por miles de razones que finalmente se traducen en luchas de poder. Esto me recordó que las mujeres estamos luchando, incluso en relatos no comprobados por los historiadores, por nuestros derechos. No sé, como que da a entender que la lucha puede que nunca llegue a su fin; la verdad eso me asusta.

2.    Los hombres son la causa de todos lo males. ¡Falso! Aunque sí lo pienso del ser humano en general. A la isla donde viven Las Amazonas llega un hombre que es perseguido e inmediatamente se desata la batalla… a causa de un hombre. Sí, ellos tienen mejores y mayores derechos sobre nosotras, pero no le podemos culpar de todo, y mucho menos, reforzarlo ante la sociedad para defender los nuestros. Nunca se ganará la batalla cuando se viva luchando constantemente contra lo que queremos cambiar. Es algo así como, si quieres resultados distintos, no debes hacer siempre lo mismo. Definitivamente hay que cambiar de estrategias.

3.    Se pone más bonita sólo cuando es La Mujer Maravilla. Por supuesto, no es lo mismo un sábado por la noche que un lunes por la mañana. Y la realidad es que sí, el maquillaje te hace sentir poderosa. Pero esta Wonder Woman sólo se maquilla para la pelea, cuando se siente empoderada. Pero te puedes sentir bonita y con más fuerzas, aún sea vistiendo tu pijama. De hecho, pienso que para muchas madres, por ejemplo, esa es la verdadera capa, su pijama, sin maquillaje, sin peinarse, sólo el alma y el deseo de disfrutar de un nuevo día junto a los suyos. No debe ser tarea fácil manejar una casa, marido, hijos, etc, inmediatamente te levantas. Por lo menos para mí no es fácil a esa hora decidir ni siquiera qué me voy a poner. En conclusión, la moda y el maquillaje ayudan; son armas que nos preparan para la batalla, pero no son las únicas.

4.    Se queda sola. Todo muy bonito, el amor, dar todo por la humanidad, creer en sí mismo, en los demás… ¡Pero eso no debe significar que debas sacrificar tu felicidad y que te quedes añorando tiempos pasados! Es cierto que las metas traen sacrificios, pero ese sacrificio jamás debe traducirse en tristeza, pensar que el pasado fue mejor y mucho menos soledad. Y esa es la imagen que siempre nos han vendido, que debemos ser abnegadas y sacrificada, y a veces hasta conformistas, porque es nuestro rol cuidar de los demás. Las mujeres damos tanto por mantener la felicidad de los demás… ¿y nosotras pa’ cuándo?